El tercer estudio sobre el Índice de Madurez Digital de las empresas en España del INCIPY muestra algunos datos y sus históricos que señalan algunos de los riesgos que se viven en el mundo empresarial y a los que en muchos casos no se les está prestando la atención que merecen.
En 2019, la calificación media en el Índice de Madurez Digital no ha alcanzado el aprobado, quedándose en un 4,6. Es cierto que si se compara con los datos de los estudios previos, la subida es importante. En 2017, la calificación era de solo un 3,7; y en 2018, se cerraba con un 4,1. Aún así, queda mucho por hacer, y analizando datos de las economías del entorno, es necesario acelerar para conseguir un resultado que avance a mejor ritmo y garantice la competitividad.
En este informe sobre el Índice de Madurez Digital se evalúan distintos factores en los que se otorgan calificaciones individuales. Precisamente considerando ese aspecto específico, se observan valores en los que se necesita trabajar con mucha urgencia. En el gráfico tomado del informe se puede ver con claridad cuáles son los mismos:
El apartado global de medición del Índice de Madurez Digital en el que menos calificación se obtiene es Negocio Digital, lo que hace concluir que en el mismo hay muchos riesgos a considerar para reorientar el trabajo que se realiza dentro de las empresas. En los demás apartados, si bien obtienen la nota media, o por encima de la misma, hay subapartados en los que los riesgos son mayores:
Sin una clara hoja de ruta digital, es complejo alcanzar los objetivos que las compañías se planteen. Esto supone un reto fundamental, ya que en realidad se corre el riesgo de que se ejecuten acciones que, sin el correcto seguimiento y la correcta estrategia de implementación por fases no lleven hacia los pilares que se pretenden alcanzar, o lo hagan en un mayor tiempo, o a un mayor coste.
Respecto al riesgo del presupuesto dedicado a la transformación digital que se detalla en este informe cabe señalar que también juega un papel clave. Si las compañías no consideran todavía lo suficientemente importante la transformación como para dedicarle una parte importante del presupuesto, y para incrementar el ya destinado, será materialmente imposible alcanzar a la media de otros países. Y el problema está en que la digitalización es ya el presente, y es el modo natural de continuar ganando competitividad en un mundo hiper-globalizado.
En cuanto al último subfactor detectado con una nota inferior a la media de la estrategia de CRM cabe añadir que poner al consumidor en el centro no es solo una tendencia de mercado, sino la única fórmula para lograr que este elija a las compañías basándose en sus propias necesidades. Estamos en un momento de mercado en el que demanda-oferta no están vinculadas a productos-servicios de manera exclusiva, sino al valor intrínseco que los mismos aportan y a los valores de las sociedades que los producen. Además, los usuarios han dejado de querer ser parte de targets, exigiendo la personalización máxima que se adecúe exactamente a lo que de verdad requieren. Si a esto no le ponen remedio las empresas españolas, el riesgo de perder a su público potencial o ser engullidas literalmente por otros que ofrezcan a los mismos lo que quieren es extremadamente elevado.
Si se tienen como base los pilares del estudio para medir ese Índice de Madurez Digital, hay unas cuantas cifras que muestran que todavía quedan riesgos demasiado evidentes y que si las empresas que aún no se han puesto en marcha, o lo han hecho de modo demasiado discreto sin darle la prioridad que requiere el asunto, podrán quedarse pronto fuera del mercado.
El 41% de las empresas encuestadas no tiene todavía un plan de transformación digital. Es decir, se encuentran en un momento en el que ya van con retraso respecto a la competencia. Y algunas de ellas, ni siquiera lo han priorizado. Si a esto se le suma que muchas no tienen en sus planes destinar presupuestos importantes, queda mucho por hacer y la mentalidad empresarial necesita ser cambiada de manera urgente.
El customer centric no está siendo priorizado por las empresas. Más de la mitad ha dejado de lado este factor que se ha convertido en clave de la competitividad, así como en determinante a la hora de que el cliente elija a una determinada compañía. La tasa de adopción es inferior al 50% y, por ende, es una palanca importante en la que centrarse a la hora de comenzar planes de transformación en los negocios que aún no los tienen sobre la mesa.
Los riesgos están claros, y son las compañías las que tienen que analizarlos en detalle para ponerse manos a la obra. En general, muchas de ellas se ven poco preparadas, y requieren de apoyo externo para marcar esa hoja de ruta. Sin embargo, cabe señalar que es fundamental que toda la organización se vuelque en el proceso. Centrar la digitalización únicamente en las ventas o en estrategias de marketing digital puede ser un punto más sencillo de implementar, pero no es la clave para alcanzar resultados a largo plazo y, sobre todo, competir en un escenario global con otros países que sí lideran la transformación digital desde hace años.
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